domingo, noviembre 28, 2010

EN BUSCA DEL TUÉTANO: EL ZEN









-El zen surgió en China, de la mano de Bodhidharma, el cual llegó hasta allí procedente de la India. El zen ha gozado de numerosas consideraciones, siendo desde el arte oculto de Oriente hasta una "tradición especial fuera de las escrituras, más allá de las palabras y las letras, apuntando directamente a la esencia del hombre, viendo en el interior de la propia naturaleza". Teniendo en cuenta los orígenes teleológicos del zen, su desarrollo y práctica se ha basado en el seguimiento de los sutras budistas del mayahana, en los cuales se postula el dhyana, esto es, la meditación, como medio para la consecución del nirvana. Por otra parte, y en un sentido paralelo, los maestros zen no pretenden convertirse en seguidores de Buda, sino ser sus compañeros espirituales y alcanzar el mismo grado de afinidad cosmológica que el propio Buda o Jesucristo. Presentan una total indiferencia hacia el formalismo y lo intelectual o, por mejor decir, lo cognoscible; su leitmotiv radica en lo inopinado, en la intuición, una intuición descarnada, y tan profunda e intensa que resulta inefable explicarla como medio. 
Las historias zen han experimentado en los últimos años una extendida popularidad. Algunas de ellas desprenden una lábil sabiduria, una sapiencia que resulta imposible metabolizar, y quizá ahí, en ese grado de misterio sin resolver, se halle su atracción. Como ejemplo, aquí van algunas historias zen que resultan muy ilustrativas del espíritu de conocimiento rebosante, que nunca puede llegar a deglutirse, y que cuenta con un alto valor estético que llega no a los sentidos ni al cerebro, sino al tuétano y al espíritu.

TUÉTANO
"Según mi parecer", declaró Dofuku, "la verdad está más allá de la afirmación y la negación, ya que esta es la forma en la que se mueve".
Bodhidharma replicó: "Obtuviste mi piel".
A continuación, la monja Soji expresó su opinión:
"Creo que es como la visión de Ananda con respecto a la Tierra del Buda: se la ve una vez, y jamás de nuevo".
Bodhiharma dijo: "Obtuviste mi carne".
Seguidamente, Doiku manifestó: "Los cuatro elementos-lo luminoso, lo aéreo, lo fluido y lo sólido-están completamente vacíos, y los cinco Skandhas no existen.  Tal como yo lo veo, la única realidad es la nada".
Bodhidharma comentó: "Obtuviste mis huesos".
Por último, Eka se inclinó reverentemente ante su maestro y permaneció donde estaba sin decir palabra.
Bodhidharma dijo: "Tienes mi tuétano".

NO LEJOS DEL ESTADO BÚDICO
Un estudiante de la universidad fue a ver a Gasan y le preguntó: "¿Ha leído alguna vez la Biblia cristiana, maestro?".
"No, lee algo para mí", dijo Gasan.
El estudiante abrió la Biblia y leyó de San Mateo: "¿Y por qué preocuparse de lo que vestiréis? Considerad los lirios del campo, cómo crecen; no se cansan ni hilan, pero yo  os digo que ni Salomón en toda su gloria se atavió como uno de estos. (...) Así que no os inquietéis por el día de mañana, que el mañana traerá su propia inquietud". (Mateo, 6, 28-34).
Gasan declaró: "Quienquiera que pronunciase esas palabras lo considero un hombre iluminado".
El estudiante continuó leyendo: "Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá. Porque todo el que pide recibe, el que busca halla, y al que llama se le abre". (Mateo, 7, 7-8).
"Excelente", comentó Gasan. "El que dijo eso no está lejos del estado búdico".

EL AGUACERO DE FLORES
Subhuti fue uno de los discípulos del Buda. Había llegado a comprender la potencia del vacío, el punto de vista de que nada existe sino es en su relación con lo subjetivo y lo objetivo. 
Un día, Subhuti, en un estado de sublime vacuidad, estaba sentado bajo un árbol. De cuando en cuando, alguna flor caía de las ramas a su lado. 
"Venimos a alabarte por tu discurso sobre el vacío", le susurraron las devas al oído.
"Pero si yo no he hablado sobre el vacío", dijo Subhuti.
"Tú no has hablado sobre el vacío, nosotros no hemos escuchado el vacío", respondieron los dioses. "Este es el verdadero vacío". Y las flores se derramaron sobre Subhuti como gotas de lluvia.

LA RESPUESTA DEL MUERTO
Cuando Mamiya, el más tarde famoso predicador, fue a ver a un maestro en busca de consejo, este le pidió que le mostrara el sonido de una sola mano. Mamiya se concentró profundamente. "No trabajas con el suficiente interés", le reprendió el maestro. "Estás demasiado apegado a la comida, a la salud, a las cosas y a ese sonido. Sería mejor que estuvieses muerto. Eso solucionaría el problema".
Cuando Mamiya fue por segunda vez a entrevistarse con el maestro, este le volvió a preguntar por el sonido de una sola mano. Mamiya se echó entonces súbitamente al suelo, como si se hubiera muerto. "Representas muy bien el papel de cadáver", observó el maestro. "Pero, ¿qué me dices de ese sonido?"
"No lo he solucionado todavía", contestó Mamiya, abriendo los ojos. 
"Los muertos no hablan", dijo el maestro. "Lárgate de aquí".

EN LAS MANOS DEL DESTINO
Un  famoso guerrero japonés, llamado Nobunaga, (uno de los "tres unificadores" del Japón), decidió atacar al enemigo a pesar de ser este diez veces superior en número. Estaba seguro de la victoria, pero sus hombres no pensaban lo mismo. 
De camino hacia el campo de batalla, Nobunaga se detuvo ante un santuario shintoísta (1) y anunció a los soldados: "Después de visitar el templo, lanzaré una moneda al aire. Si sale cara, ganaremos; si cruz, seremos derrotados. El destino nos tiene en sus manos".
Nobunaga entró en el santuario y oró en silencio. Al salir, tiró la moneda. Salió cara. Sus soldados se lanzaron al combate con tal vehemencia que la batalla cayó fácilmente de su lado. (2).
"Nadie puede alterar los designios del destino", le dijo al general, después de la victoria, uno de sus oficiales. 
"Nadie, ciertamente", asintió Nobunaga, sacando del bolsillo una moneda trucada, con una cara en cada lado. 
(1): "Nobunaga era devoto del Thinto, la más antigua religión japonesa, así como un acérrimo antibudista. En 1571, en la que fue la más terrible acción de su carrera, prendió fuego a los monasterios de Hieizan, destruyendo tres mil edificios y dando muerte a miles de monjes".
(2): "Se trata de la batalla de Owari (1560), en la que Nobunaga, al mando de solo 2.000 hombres, se impuso a los 25.000 del daymio Imagawa Yoshimoto, con lo cual se le abrieron las puertas de Kioto".

VERDADERA PROSPERIDAD
Un hombre rico pidió una vez a Sengai que escribiese algo en favor de la continua prosperidad de su familia, de forma que fuese transmitiéndose de una generación a otra. 
Tomando una gran hoja de papel, Sengai escribió: "El padre muere, el hijo muere, el nieto muere".
Esto irritó al hombre, que exclamó: "¡Te pedí que escribieras algo para la felicidad de mi familia! ¿Qué clase de broma es esta?"
"No es ninguna broma", replicó Sengai. "Si tu hijo muriese antes que tú, esto te afligiría mucho. Si tu nieto tuviese que dejar este mundo antes que tu hijo, a ambos se os rompería el corazón. Pero si tu familia, generación tras generación, va muriendo según  el orden en que lo he escrito, será el curso natural de la vida. A eso llamo yo verdadera prosperidad".



(Fuente: "Carne de zen, huesos de zen". Antología de historias antiguas del budismo zen).